Mamá mandó a arreglar este antiguo reloj de péndulo que el abuelo tenía arrumbado en la bodega del olvido. Al principio me caía mal que sonara cada 15 minutos, casi como recordándome (y por fracciones exactas además) otro poco de tiempo que acababa de perder.
Mi papá sabiamente me dijo que son 15 minutos que él avanza, que le hace pensar en todo lo que aún tiene que hacer.
Hoy leí un articulín de Gaby Vargas sobre la crisis de los 30, (debo confesar que la tengo etiquetada como la Sra. Manual de Carreño Protocolo y Etiqueta) y aunque yo sólo tengo 23 (y ya luego me siento correteada) debo decir que es verdad que nos andamos nomás preocupando por todo lo que ya perdimos como si ya no hubiera nada que ganar, es inevitable perder algo, pero también tiene que ser inevitable lo mucho que falta por hacer y por vivir.
"Gozamos poco por lo mucho que tenemos y sufrimos mucho por lo poco que nos falta"
El reloc posando en la sala.
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